Las oligarquías son monótonas en sus ataques a los intentos emancipatorios. El mismo esquema con el que agredieron a Bolívar, hoy lo emplean contra Chávez.
Al Libertador lo derrotaron con una estrategia que tuvo dos flancos. Uno, desprestigiarlo: difundieron la falsedad de que pretendía ser rey. El otro flanco, dividir su base social. Veamos.
En una proclama en enero de 1830, dice:
Colombianos. Hoy he dejado de mandaros.
“Veinte años ha que os he servido en calidad de soldado y magistrado. En este largo período hemos reconquistado la patria, libertado tres repúblicas, conjurado muchas guerras civiles, y cuatro veces he devuelto al pueblo su omnipotencia, reuniendo espontáneamente cuatro congresos constituyentes. A vuestra virtudes, valor y patriotismo se deben estos servicios; a mi la gloria de haberos dirigido.
…Colombianos: he sido víctima de sospechas ignominiosas, sin que haya podido defender la pureza de mis principios. Los mismos que aspiran al mando supremo se han empeñado en arrancarme de vuestros corazones, atribuyéndome sus propios sentimientos; haciéndome parecer autor de proyectos que ellos han concebido, representándome, en fin, con aspiraciones a una corona que ellos me han ofrecido más de una vez, y que yo he rechazado con la indignación del más fiero republicano. Nunca, nunca, os lo juro, ha manchado mi mente la ambición de un reino que mis enemigos han forjado artificiosamente para perderme en vuestra opinión.
Desengañaos, colombianos, mi único anhelo ha sido el de contribuir a vuestra libertad y a la conservación de vuestro reposo”…
Ya en abril del mismo año, a pocos meses de su muerte, lanza una proclama donde denuncia la división de la Gran Colombia.
“Las calamidades públicas que han reducido a Colombia al estado de anarquía, me obligan a salir del reposo de mi retiro, para emplear mis servicios como ciudadano y como soldado. Muchos de vosotros me llamáis para que contribuya a librar la República de la disolución espantosa que la amenaza. ”
Ahora, aquí entre nosotros, después de las elecciones de septiembre, los oligarcas sumisos siguen los planes que les llegan del norte. Aplican la misma receta de siempre: desprestigiar al líder, aislarlo de su pueblo, dividir las fuerzas revolucionarias, poner una fracción en contra del proceso, debilitar la Revolución, confundir a la base social revolucionaria, y después dar el zarpazo.
Si revisamos las actuaciones y las declaraciones de los voceros oligarcas, nos daremos fácil cuenta que esas son sus intenciones. Buscan derrotarnos en el alma popular o, como decía Bolívar, arrancarnos del corazón del pueblo.
De allí que hoy es más necesario que nunca la unidad de los revolucionarios alrededor de Chávez y del Socialismo. Esa es la manera de derrotar la ofensiva que despliegan los oligarcas.
Al lado de esto es importantísimo la discusión, sólo de ella saldrá la ideología certera para dirigir el proceso en el proceloso mar donde debemos navegar de aquí hasta el 2012.
¡Con Chávez todo, sin Chávez nada!